sábado, 23 de enero de 2016

La mejor experiencia de mi vida

Todo empezó en nuestra pequeña academia de ballet, cuando la profesora nos sentó a todos porque nos quería comentar algo, todos nos pusimos a escuchar ilusionados ya que siempre que hace eso porque alguien quiere que bailemos en algún sitio o algo por el estilo, pero aquella vez fue diferente. Nadie esperaba lo que dijo, ¡Íbamos a ir a un concurso de baile! La primera fase y en la que pensábamos que nos íbamos a quedar fue en Castellón, era la prueba nacional. Nos pusimos a trabajar muy duro, llenamos nuestro horario de ensayos hasta llegar al agotamiento y por fin llegó el día, ya estábamos viajando hacia allí y los nervios y la alegría inundaban las furgonetas.

Pisamos fuerte el escenario con nuestros tacones de flamenco nada más subir a él, aunque las piernas nos temblaban. Se nos paró la música un par de veces pero eso en vez de hundirnos aún nos subió más. Después de ver a todos los bailarines de español de nuestra categoría nos tocó bailar el otro baile que llevábamos, el de la modalidad de show dance, lo bailamos mejor que nunca y ello hizo caer lágrimas de emoción a nuestras profesoras, cosa que parece casi imposible porque siempre han sido muy estrictas.
Ya estaban diciendo los premios y todos cogidos de la mano estábamos preparados para la desilusión cuando de repente mencionaron nuestro nombre porque el primer premio en flamenco era para nostras, y por lo tanto ya teníamos pase directo al internacional en Rusia, para nuestra sorpresa quedamos segundos en show dance y nos hicieron una mención especial. Eufóricos con nuestros premios llegamos a la Vila y solo unas semanas después llamaron para decirnos que el concurso de flamenco en Rusia se suspendía ya que solo teníamos el nivel suficiente nosotros y los rusos, y para tan solo competir dos países no se haría. Eso nos entristeció bastante. Pero unos días más tarde llamaron los de show dance para darnos una gran noticia, ¡querían que nuestro baile también fuera a Alemania al mundial! Porque teníamos los mismos puntos que los que quedaron primeros, realmente era un empate.

Aún trabajamos más fuerte para llevar a Alemania un baile digno de un mundial, el pueblo nos ayudó bastante viniendo a nuestras galas donde recogíamos dinero para el viaje y también donaron, ya que el coste era muy elevado para pagarlo solos, y nadie subvenciona a los ballets, ni el ayuntamiento.
Tras mucho esfuerzo en los ensayos al fin llegó el día, cuando dejamos atrás a nuestras familias emocionadas diciéndonos adiós con la mano mientras el autobús nos llevaba al aeropuerto. Ese viaje nos unió muchísimo, mucho más que antes, conocimos gente increíble y era precioso ver como personas de todas las partes del mundo luchaban por un mismo sueño.  En un bar de la Vila reproducieron el concurso en la televisión y allí dentro estaban todos los familiares, amigos y parejas de cada uno de nosotros, llorando de emoción al vernos y coreando eufóricos nuestros nombres, eramos sus ganadores y con eso nos quedamos. El puesto que nos pertenecía era el numero veinte pero viendo a los contrincantes ese puesto era más que merecido e incluso privilegiado, eran insuperables a cada cual mejor, nosotros ya ganamos solo con ver como los finalistas se comían el escenario y volaban sobre él. Tengo miles de cosas que contar sobre esta experiencia pero si las contara todas no acabaría nunca. Os animo a todos a luchar por vuestro sueño sea cual sea, porque cuando se consigue es la mejor de las sensaciones.